viernes, 6 de marzo de 2020

Las experiencias de Anita Moorjani


Moorjani relata su experiencia cercana a la muerte en su libro.
Lo que leerán a continuación es un estracto de dicho libro.

ANITA MOORJANI

Mi principal propósito a la hora de compartir mi historia es evitar que otras personas tengan que pasar por lo que tuve que pasar yo.
No pretendo decirle a nadie como debe vivir su vida, ni tampoco dar consejos sobre los cambios que hay que hacer; no me gusta hacerlo ni aunque alguien me pregunte directamente. Prefiero contribuir dando ejemplo y creando un ambiente propicio para que los demás entren en contacto con su propia verdad.
He pensado en ello a menudo desde lo que me sucedió durante el invierno y la primavera de 2006. Entonces tuve una experiencia cercana a la muerte (ECM) y después me cure de un cancer con el que llevaba luchando cuatro años. Durante mi ECM vi y percibí ciertos aspectos de mi vida, y comprendí que una de las razones por las que elegí volver a mi vida terrenal era porque mi experiencia y mensaje podían servir a otras personas.
En aquel estado, supe de algún modo que estaba destinada a inspirar a miles de personas; incluso a decenas de miles. Pero no tenía claro cómo iba a hacerlo; solo sabía que de alguna forma iba a conseguir ayudar a mucha gente. En concreto, tuve la sensación de que no necesitaba hacer nada para que eso ocurriera. Solo tenía que ser yo misma y disfrutar la vida, permitiéndome ser un instrumenIo para que ocurriera algo más grande.
Y así ha sido. He llegado a hablar y escribir sobre mi experiencia en respuesta a peticiones provenientes de los campos de la medicina y la ciencia, así como de personas que buscaban respuestas sobre la naturaleza del mundo y de sus propias experiencias.

EL DÍA QUE MORÍ

“¡Oh, Dios mío! Me encuentro genial. ¡Me siento tan libre y ligera! ¿Que ha pasado que ya no siento ningún dolor en el cuerpo? ¿Donde está todo eso? ¿Y por qué parece que lo que me rodea se está alejando de mi? Pero no tengo miedo. ¿Por que no tengo miedo? ¿Que ha sido de todos mis miedos? ¡Oh, vaya, parece que ya no hay ningún temor!”.
Estos eran algunos de mis pensamientos mientras me llevaban de urgencia al hospital. El mundo que había a mi alrededor empezó a parecerme irreal, como salido de un sueño, y pude sentir como me iba alejando cada vez más de la consciencia para entrar en un estado de coma. Mis órganos empezaron a apagarse, sucumbiendo al cancer que había saqueado o, más bien, devorado mi cuerpo durante los últimos cuatro años.
Era el 2 de febrero de 2006, una fecha que quedaría grabada para siempre en mi memoria como el día que “morí”.
Durante mi estado de coma fui totalmente consciente de todo lo que estaba pasando a mi alrededor; también de la sensación de urgencia e histeria emocional de mi familia mientras me trasladaban al hospital.
Cuando llegamos, en el mismo momento en que la oncóloga me vio, su cara mostró claramente la gravedad de la situación.
-      Puede que el corazón de su mujer siga latiendo - le dijo a mi esposo, Danny -, pero ella ya no está aquí. Es demasiado tarde para salvarla.
“¿De que está hablando la doctora? - Me pregunte -. ¡No me he sentido mejor en mi vida! ¿Y por qué mi madre y Danny parecen tan asustados y preocupados? Mamá, no llores. ¿Que ocurre? ¿Estás llorando por mi? No te preocupes. Estoy bien, de verdad, mamá, ¡lo estoy!” Pensaba que estaba diciendo esas palabras en voz alta, pero ningún sonido salía de mi boca. No tenía voz.
Quería abrazar a mi madre, reconfortarla y asegurarle que estaba bien, y no comprendía por qué no podía hacerlo. ¿Por que no estaba cooperando mi cuerpo?¿Por que estaba allí tumbado, inerte, cuando lo que quería era abrazar a mi marido y a mi madre, y decirles que estaba bien y que ya no sentía dolor?
“Mira, Danny, puedo moverme sin necesidad de utilizar la silla de ruedas. ¡Es fantástico! Ya no tengo que estar conectada a la bombona de oxígeno. Oh, mira, puedo respirar y han desaparecido las lesiones que tenía en la piel. Ya no lloro ni tengo dolores. Tras cuatro agónicos años, por fin estoy curada.”
Estaba a punto de explotar de puro júbilo y felicidad. Finalmente había podido liberarme del dolor que me causaba ese cancer que devastaba mi cuerpo. Quería que se alegrarán por mí. ¿Por qué no estaban celebrando que mi lucha y la suya por fin habían terminado? ¿Por qué no compartían mi felicidad? ¿No podían ver la gran alegría que sentía?
-Tiene que haber algo que se pueda hacer-le suplicaron Danny y mi madre a la doctora.
-Solo es cuestión de horas-les respondió la oncóloga-. ¿Por qué su médico no nos la ha derivado antes? Sus órganos ya se están apagando y por eso ha entrado en este coma. No creo que sobreviva esta noche. Me están pidiendo lo imposible. Cualquier cosa que le administremos en este estado podría ser tóxica y fatal, porque sus órganos no están funcionado.
-No me voy a rendir -insistió Danny.
Mi marido me cogió la mano inerte con fuerza mientras yo seguía tumbada, y pude notar la combinación de angustia e impotencia que había en su voz. Lo que más deseaba en ese momento era aliviarle el sufrimiento. Quería que supiera que me sentía maravillosamente, pero no podía transmitírselo de  ninguna forma.
“No le hagas caso a la doctora, Danny, por favor. ¿Por qué está diciendo eso? Todavía estoy aquí y estoy bien. Mejor que bien. La verdad es que me encuentro genial.”
No comprendía por qué, pero estaba percibiendo lo que sentía todo el mundo en ese momento, tanto mi familia como la doctora. Podía sentir su miedo, su ansiedad, su impotencia y desesperación. Era como si sus emociones fueran las mías, como si yo me hubiera convertido en ellos.
“Siento tu dolor, cariño. Siento todas tus emociones. No llores por mi, por favor, y dile a mamá que no llore tampoco. Díselo, por favor.”
Pero a la vez que me sentía emocionalmente vinculada con lo que estaba sucediendo a mi alrededor, también sentía que me alejaba, como si hubiera una imagen más amplia, un plan más grande que se estuviera desplegando ante mí y del que yo tenía que ser consciente. Sentí que mi vinculación con aquella escena iba disminuyendo, a la vez que empezaba a darme cuenta de que todo era perfecto y que estaba Indo de acuerdo con un plan que encajaba en un tapiz mayor.
Fue entonces cuando entendí que e estaba muriendo.
“Oh, me muero... ¿es así como se siente? No es como lo había imaginado. Me siento en paz y en calma... y me siento curada por fin.”
Y entonces comprendí que aunque mi cuerpo físico se detuviera, todo seguiría siendo perfecto en el gran tapiz de la vida, porque nunca morimos del todo.
Continué siendo perfectamente consciente de todos los detalles de lo que ocurría a mi alrededor mientras el personal del hospital llevaba mi cuerpo casi sin vida a una unidad de cuidados intensivos. Después los asistentes me rodearon rápidamente y empezaron a conectarme a varias máquinas mientras me introducían agujas y tubos.
No me sentía vinculada con mi cuerpo inerte allí tumbado en la cama del hospital. No me parecía que fuera mi cuerpo. Parecía demasiado pequeño e insignificante para albergar lo que estaba experimentando. Me sentía libre y grande. Todas los dolores, tristezas y penas habían desaparecido. Sentía que había dejado atrás cualquier carga. No recuerdo haberme sentido así nunca, jamás.
Entonces tuve la sensación de estar rodeada por algo que solo puedo describir como amor puro e incondicional; pero la palabra amor no le hace justicia a aquella sensación: era el afecto más profundo que he experimentado en la vida. Iba más allá de cualquier forma de cariño que hubiera imaginado, y era incondicional; era mío independientemente de cualquier cosa que hubiera hecho. No tenía que hacer nada ni comportarme de ninguna forma para merecerlo. Ese amor era para mi, hiciera lo que hiciera.
Me sentí bañada y renovada por esa energía amorosa, y ella me llenó de un sentimiento de pertenencia. Después de años de lucha, dolor, ansiedad y miedo, al fin había llegado a casa.
No sentía como si hubiera ido físicamente a alguna parte; era más bien como si me hubiera despertado. Acaso me había despertado por fin de un mal sueño y mi alma estaba conociendo ahora la verdadera magnificencia, y al hacerlo, se estaba expandiendo más allá de mi cuerpo y del mundo físico. Se extendía más y más hacia afuera, hasta que abarcó toda la existencia, aunque no se limitó a eso: continuó expandiéndose, adentrándose en otro ámbito más allá del tiempo y el espacio, pero sin dejar atrás lo anterior, sino incluyéndolo todo.
Amor, felicidad, éxtasis y asombro fueron los sentimientos que me llenaron, me traspasaron y me envolvieron. Me vi engullida y envuelta en más amor del que jamás pensé que pudiera existir. Me sentí más libre y más viva que nunca. Como he dicho, de repente percibía cosa que no eran físicamente posibles, como las conversaciones que mi familia tenía con el personal médico lejos de mi cama del hospital.
Esas abrumadoras sensaciones eran propias del ámbito expandido que las albergaba, y no existen palabras para describirlas. Esa sensación de amor pleno, puro e incondicional era totalmente distinta a cualquier cosa que hubiera podido sentir anteriormente. Es imposible calificarla o clasificarla. Era un amor absolutamente indiscriminado, como si no tuviera a que hacer nada para merecerlo ni demostrar nada para ganármelo.
Para mí profunda sorpresa, fui consciente de la presencia allí de mi padre, que había muerto diez años antes. Percibir que estaba conmigo me hizo sentir increíblemente reconfortada.
“¡Papa, estás aquí! ¡No me lo puedo creer!”
No dije esas palabras, solo las pensé. De hecho fue más bien como si sintiera la emociones que había detrás de las palabras, porque en ese ámbito no había más forma de comunicación que a través de las emociones.
“Si, estoy aquí, cariño; siempre he estado aquí para ti y para toda la familia”, me transmitió mi padre. Tampoco hubo palabras, solo emociones, pero lo entendí perfectamente.
Entonces reconocí la esencia de mi mejor amiga, Soni, fallecida tres años antes a consecuencia de un cancer. Sentí algo que solo puedo describir como jubiloso entusiasmo cuando su presencia me envolvió en un cálido abrazo y me sentí arropada. Era como si hubiera sabido desde mucho antes de ser consciente de ello que ambos habían a estado allí todo el tiempo, durante todo el desarrollo de mi enfermedad.
También fui consciente de otras presencias a mi alrededor. No las reconocí, pero supe que me querían mucho y que me protegían. Me di cuenta de que habían estado próximas todo el tiempo, aunque yo no fuera consciente de ello, envolviéndome en un inmenso amor.
Fue tremendamente tranquilizado para mí volver a sentir la esencia de Soni, porque la había echado mucho de menos durante los años transcurridos desde su partida. Sentía un amor incondicional por ella, y su presencia me transmitía ese mismo sentimiento hacia mi. Y entonces fue como si mi esencia se fundiera con la de Soni, y me convertí en ella. Comprendí que ella estaba aquí, allí y en todas partes; que era capaz de estar simultáneamente en todos los lugares y en todos los momentos para sus seres queridos.
Aunque en ese ámbito no estaba utilizando mis cinco sentidos físicos, tenía una percepción ilimitada, como si acabara de adquirir un sentido nuevo y más acrecentado y agudizado que ninguna de mis facultades comunes. Tenía una visión periférica de 360 grados, con una consciencia total de lo que me rodeaba. Y por sorprendente que pueda sonar, me parecía algo normal. En esos momentos percibía que el hecho de estar en un cuerpo era como un confinamiento.
También percibía el tiempo de modo diferente en ese ámbito. Sentía todos los momentos a la vez y era consciente de todo lo que tenía que ver conmigo, tanto lo pasado como lo presente o lo futuro, de manera simultánea. Tome conciencia de lo que parecían ser varias vidas desarrollándose sincrónicamente. Había una encarnación en la que tenía un hermano más pequeño por el que sentía un gran afán protector, y sabía que la esencia de ese personaje fraterno era la misma que la de Anoop (su hermano en esta vida), solo que en esa existencia él era más pequeño que yo en vez de mayor. Esa vida que ahora estaba percibiendo parecía tener lugar en una zona rural y poco desarrollada, en un momento y una ubicación que no podría precisar. Vivíamos en una casita de barro con pocos muebles, y yo cuidaba de Anoop mientras nuestro padres salían al campo a trabajar.
Mientras experimentaba las sensaciones asociadas con ser una hermana mayor protectora, asegurándome de que hubiera suficiente comida para todos y de hallarnos protegidos de cualquier amenaza externa, no sentía que fuera una vida pasada. Aunque la escena parecía histórica, en ese ámbito se sentía como si estuviera ocurriendo aquí y ahora.
En otras palabras, el tiempo no discurría de forma lineal, tal como lo experimentamos aquí. Es como si nuestras mentes terrenales convirtieran todo lo que pasa a nuestro alrededor en una secuencia, mientras que en realidad, cuando no estamos expresándonos a través de nuestros cuerpos, todo ocurre simultáneamente, ya sea pasado, presente o futuro.
Aunque el hecho de percibir todos los puntos temporales simultáneamente producía una atmósfera de claridad en ese ámbito, el intento de recordarlo o de escribir acerca de ello puede sonar un tanto confuso; porque cuando no hay tiempo lineal, la secuencia no es obvia, lo cual hace que resulte torpe el intento de describirlo.
Es como si nuestros cinco sentidos físicos nos limitaran a enfocarnos solamente en un punto en el tiempo en cada momento, y encadenáramos todos esos puntos creando si la ilusión de una realidad que discurre linealmente. Nuestro cuerpo físico limita igualmente nuestra percepción del espacio que nos rodea, confinándonos solo a lo que nuestros ojos y nuestros oídos pueden ver y oír; o a lo que alcanzamos a tocar, oler o saborear. Sin embargo, sin las limitaciones de mi cuerpo, podía abarcar todos los puntos del tiempo y del espacio a la vez, pues todos ellos me pertenecían.
La conciencia acrecentada que poseía en ese ámbito expandido era inefable; me resulta imposible describirla a pesar de todos mis esfuerzos. La claridad era asombrosa.
“!El universo tiene sentido!” También comprendí porque había venido a esta vida, y conocí mi verdadero propósito.
“¿Por qué de repente entiendo todo esto?-quise saber-, ¿Quien me está dando esta información? ¿Es Dios? ¿Krishna? ¿Buda? ¿Jesús?” Y entonces me embargo la comprensión de que Dios no es un ser, sino un estado de ser... ¡y ahora yo era ese estado de ser!
Vi que mi vida estaba intrincadamente entretejida con todo y en todo lo que había llegado a conocer. Mi experiencia terrenal era como un único hilo tejido a través de una inmensidad de complejas y coloridas imágenes en el seno de un tapiz infinito. Todos los demás hilos y colores representan mis relaciones, incluyendo todas las vidas con las que había entrado en contacto alguna vez. Todos y cada uno de los encuentros que había tenido se habían entretejido para crear ese tapiz que representaba la suma de toda mi vida hasta ese instante. Y aunque yo solo era uno de los hilos de ese tejido, era a la vez íntegramente el diseño global final.
Al verlo, comprendí que era mi deber ser siempre una expresión de mi propia esencia única; era algo que me debía a mi misma, a todos los que había conocido y a la vida en sí. Intentar ser algo o alguien diferente no me llevaría a ser mejor, ¡sino solo a privarme de mi verdadero ser! Impediría así que otros experimentaran quién soy verdaderamente, a la vez que me impediría a mi interactuar auténticamente con ellos. Además, al no ser auténtica estaría privando al Universo de la persona que he venido aquí a ser y de lo que he venido aquí a expresar.
En este estado de claridad, también me di cuenta de que no era quien siempre había creído que era: “aquí estoy, sin cuerpo, raza, cultura, religión o creencias... ¡y sigo existiendo! ¿Entonces que soy yo? ¿Quien soy yo? Ciertamente no me siento reducida ni más limitada en modo alguno. Todo lo contrario: no he tenido nunca tanta grandeza, tanto poder, tanta capacidad de abarcarlo todo. ¡Nunca, jamás me había sentido así!”.
Y ahí estaba, sin mi cuerpo ni ninguno de mis atributos físicos, y, sin embargo, mi pura esencia seguía existiendo; y no era una expresión limitada de la totalidad de mi ser. De hecho, me sentía mucho más vasta y más intensa y expansiva que mi ser físico; en resumen, magnificente. Me sentía eterna, como si siempre hubiera existido y siempre fuera a existir sin principio ni fin. ¡Me llenaba la conciencia de que yo era sencillamente magnificente!
“¿Como he podido no darme cuenta de esto antes?”, me pregunté maravillada.
Mientras contemplaba ese gran tapiz que era la acumulación de toda mi vida hasta ese punto, fui capaz de identificar con toda exactitud como es que había llegado hasta el extremo en que me hallaba hoy.
“¡Oh, mira el camino por el que ha transcurrido mi vida! ¿Por qué, oh, por qué he sido siempre tan dura conmigo misma? ¿Por qué siempre me he estado castigando? ¿Por qué me negado siempre a mi misma? ¿Por qué no me he apoyado a mi misma para mostrar al mundo la belleza de mi alma?
“¿Por qué siempre he estado reprimiendo mi inteligencia y mi creatividad para agradar a otros? Me he traicionado a mi misma cada vez que he dicho si cuando quería decir no. ¿Por qué me he violado y me he transgredido a mi misma buscando la aprobación de otros en vez de ser yo misma? ¿Por qué no he seguido el impulso de mi bello corazón y he rehusado expresar mi propia verdad?
“¿Y por qué no nos damos cuenta de esto cuando estamos dentro de nuestros cuerpos? ¿Como es que nunca me he dado cuenta de que no debemos ser tan duros con nosotros mismos?”
Seguía sintiéndome completamente envuelta por un océano de amor y aceptación incondicionales. Pude verme a mi misma con nuevos ojos y me di cuenta de que era un bello ser del universo. Comprendí que el mero hecho de existir me hacía merecedora de consideración y ternura, en vez de enjuiciamiento y crítica. No hacía falta que hiciera nada concreto; me merecía ser amada por el mero hecho de existir, nada más y nada menos.
Eso me resultó una revelación sorprendente, porque siempre había pensado que tenía que esforzarme para poder llegar a ser amada, que tenía que ganarme y llegar a merecerme de algún modo que alguien me quisiera, así que fue maravilloso darme cuenta de que no era así, de que era amada de manera incondicional por el mero hecho de existir.
Cuando me di cuenta de que esa esencia expandida y magnificente era en verdad yo misma, fui transformada en medio de una claridad inimaginable. ¡Era la verdad de mi ser! La comprensión fue de una claridad absoluta: estaba contemplando un nuevo paradigma de existencia, convirtiéndome en la cristalina luz de mi propia conciencia. No había nada que pudiera interferir el flujo, la gloria y la pasmosa belleza de lo que estaba acaeciendo.
Me di cuenta de que todos estamos conectados. Y no solo todas las personas y criaturas vivientes, sino que sentía como si la entretejida unificación fuera expandiéndose hacia el exterior hasta incluir absolutamente todo lo existente en el universo: cada ser humano, animal, planta, insecto, montaña, mar, objeto inanimado y el cosmos mismo. Me di cuenta de que el universo entero está vivo e infundido de conciencia, incluyendo y abarcando toda vida y naturaleza.


PEPÍN

jueves, 28 de noviembre de 2019

El Barranco de Badajoz




El Barranco de Badajoz, o anteriormente llamado Chamoco, es un barranco o cañón situado en la isla de Tenerife (Canarias), enmarcado dentro del término municipal de Güímar en el sureste de la isla.



El último mencey (que quiere decir jefe o rey de la demarcación territorial) guanche de Güímar, Añaterve, cedió su territorio a las tropas castellanas en 1496, posterior a esto en la repartición de las tierras conquistadas este lugar le fue entregado a Juan de Badajoz y por eso toma el nombre (desde finales del siglo XV) de Barranco de Badajoz. Anteriormente los aborígenes guanches nombraban Chamoco a esta zona donde se encuentra el barranco, aunque también se ha seguido denominando de esta manera por los naturales del lugar hasta nuestros días.

Son muchas las leyendas y las anécdotas sobre experiencias que han tenido muchos de los que han visitado y permanecido, principalmente de noche, en el Barranco de Badajoz. Varios aseguran haber vivído apariciones de seres angelicales y de haber experimentado diversos fenómenos paranormales, entre los que destacan; apariciones de luces en la noche, avistamientos del legendario Tibicenas (demonios o genios malignos en forma de perros oscuros), apariciones de entes, avistamientos de OVNIs e incluso han aparecido vestigios de rituales satánicos. El Barranco de Badajoz es considerado por la mayoría de parapsicólogos como un caso muy similar al famoso Triángulo de Bridgewater ubicado en Massachusetts (Estados Unidos).



En el Barranco de Badajoz el omnipresente silencio y la belleza del paraje son testigos mudos de los secretos milenarios que éste encierra. En su interior alberga, además, recónditas galerías de agua donde antaño trabajaban los lugareños en busca del preciado oro líquido. Sin motivo aparente, estos mineros abandonaron sus herramientas de trabajo, sus hogares y, sin echar la vista atrás, huyeron del lugar. ¿Por qué?, ¿Cuál fue el hecho que los ahuyentó de su trabajo, el único medio que tenían para subsistir?
 
Muchos son los afamados investigadores que han intentado resolver el misterio de la pavorosa espantada. Los sabios del lugar, los mayores, dicen que a principios de siglo (1912), dos mineros que se afanaban infructuosamente en encontrar una galería viable, derrumbaron una pared donde se toparon de frente con dos maravillosos seres de luz. Reza la leyenda, que éstos les invitaron a acompañarles y les indicaron el lugar idóneo para cavar. Otra versión, contrariamente, afirma que un pavor se apoderó de ellos y escaparon en búsqueda de la Guardia Civil. No hay documentos que corroboren esta última, pero la realidad es que, desde la huida, nadie habita en el barranco. Nadie se atreve.

Otra de las misteriosas historias del Barranco de Badajoz es la de: “la niña de las peras”. Nos remontamos a los primeros años de 1900. Se cuenta que los padres de una niña enviaron a su hija al barranco en busca de fruta pero ésta desapareció y no volvió a su casa. La zona fue rastreada completamente por vecinos y amigos de los padres, los cuáles desesperados buscaban a su hija sin encontrarla por ningún lado. Finalmente, desanimados, la dieron por desaparecida.

“la niña de las peras”
Varios años más tarde, la niña regresó a su casa, asombrosamente con el mismo aspecto que tenía al marcharse aquel día a buscar fruta, como si los años no hubieran transcurrido para ella. La niña contó a sus atónitos padres que había llegado al barranco buscando la fruta que sus padres le habían encargado y se quedó dormida al pie de un peral.

Allí fue despertada por un ser muy alto vestido de blanco. Contó la niña que este ser no le inspiró ningún miedo, y accedió a seguirle cuando se lo pidió. La niña acompañó al ser blanco hasta el interior de una cueva en la que había unas escaleras por las que descendieron hasta llegar a una especie de jardín en el que había más seres como él. Finalmente el ser la acompañó de nuevo a la entrada de la cueva y se despidió de ella, que recogió las peras y fue camino a su casa.

          Ella pensaba que sólo habían pasado unas horas, sin embargo habían pasado más de 20 años.
 


Actualmente se escuchan muchas historias de gente que ha pasado noches en el barranco o ha entrado a la gruta que existe en el barranco y ha escuchado la voz de la niña en forma de murmullos.


La soledad del barranco no impidió que germinaran, como la más espesa neblina, más leyendas acerca del sobrecogedor paisaje. Comparten protagonismo con los seres de luz unas esferas luminiscentes de color blanco que se apoderan del frío de la noche; una gélida temperatura que, a su antojo, se vuelve agradable, cálida, como una breve caricia en el devenir de las horas. Eso es lo que dicen muchos aventureros que, a pesar de haber sido alertados por los güimareros, se adentraron en los precipicios de lo desconocido.

Fotografía de Teyo Bermejo
En el llamado también “puerta a otra dimensión”, presenciaron hechos que se escapan a la imaginación: seres alados que, curiosos, se acercaban a darles una bienvenida. Prueba de ello, es la fotografía tomada por Teyo Bermejo en la expedición de 1991, que sin saber bien a qué o quién disparaba su cámara, captó una instantánea del espeluznante ser. Años más tarde, osó en volver al barranco para conseguir más imágenes: esta vez, los insignes retratados fueron las esferas de luz blanca que danzaban, despreocupadas, entre la vegetación.

Con el miedo en el cuerpo, aquellos que se han atrevido a pasar una noche en sus entrañas, la mayoría escépticos, al día siguiente confirmaron que no pasaron la velada solos: escucharon murmullos de hombres y mujeres que, a modo de indescifrables conversaciones, brotaban de las entrañas de la tierra, acompañados por un continuo caer de piedras. Pocos son, muy pocos, los que se atreven a regresar al Barranco de Badajoz, abismo de misterios.






Y como digo siempre, leed, investigad y llegad a vuestras propias conclusiones.
Perseguid la verdad.

Pero además añadiría, viajad. Este hermoso lugar lo merece.


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AURIFEX



La extraordinaria vida de

Wolf Grigorievich Messing




Wolf Grigorievich Messing es uno de los personajes más enigmáticos del siglo XX. “Hipnotista, médium y adivino” con estas palabras le describían sus contemporáneos, que fueron testigos en numerosas ocasiones de sus extraordinarios dones. Dicen de él que sabía leer la mente de las personas, y que era capaz de hacer creer lo que quisiera a cualquier persona. Los mitos y leyendas en torno a su personalidad son innumerables.

Wolf Grigorievich Messing
Wolf Messing era un polaco de origen judío que nació en 1899 en la pequeña ciudad de Gura Galvaria, donde tuvo una infancia muy dura, caracterizada por la extrema pobreza y por los golpes y humillaciones que le propinaba su padre.

Por esta razón, a los 12 años de edad, el joven Messing escapó de su casa y se fue a Berlín a buscar trabajo. Allí, en 1912, tras varios meses en los que apenas encontraba algo para comer, Messing perdió la conciencia y los médicos berlineses confirmaron su muerte, después de lo cual su cuerpo fue trasladado al depósito de cadáveres de un hospital local.

Allí fue donde comenzó la leyenda de los extraordinarios poderes de Messing. Un grupo de estudiantes de medicina quedaron pasmados al ver cómo un cadáver acababa de resucitar. Este milagro convirtió a Messing en un hombre muy popular, que en pocos años participó en numerosos actos en los que demostraba al público sus cualidades.


Tras pasar varios años en América Latina, a principios de los 30, Messing empezó a actuar en varias ciudades alemanas, donde ganó una enorme popularidad. El mismo Adolf Hitler, se interesaría por los poderes de Messing. Cuando en 1936 el führer le preguntó sobre el futuro de Alemania, el joven polaco no se atrevió a decirle todo lo que veía, limitándose a predecir que en tres años el Tercer Reich invadiría la mayor parte de Europa.

Wilhelm Canaris
Fue durante un acto en Dresden en 1937, cuando Messing, a pesar de la presencia en el público del almirante Wilhelm Canaris, predijo con estas palabras: "Si ataca los países del Este, Alemania sufrirá una grave derrota. Veo cientos de miles de cadáveres de soldados alemanes." El almirante Canaris, furioso, informó inmediatamente a Joseph Goebbels de que el vidente acababa de dar "una propaganda enemiga en nuestro propio territorio" según sus palabras.

Así pues, el Tercer Reich llegó a anunciar un premio de 250.000 marcos por la persona que detuviera a Messing, que escapó a Varsovia, donde, en uno de sus actos, no sólo confirmó su predicción sobre el trágico destino del ejército nazi, sino que también aseguró que Hitler se suicidaría en la primavera de 1945.



Según se cuenta, Messing fue detenido por la Gestapo en la capital polaca, pero, gracias a sus poderes persuasivos, logró escapar hasta que fue detenido en territorio soviético por haber cruzado la frontera sin permiso.

 
Josef Stalin y Lavrenti Beria

El mismo jefe de la policía soviética y mano derecha de Stalin, Lavrenti Beria, quiso conocer al famoso Wolf Messing. Para comprobar sus dones sobrenaturales, Beria le ordenó a Messing que saliera sólo de la sede policial, donde se encontraba, y que volviera luego a su despacho. Pese a que en la sede había decenas de policías, Messing cumplió las órdenes del jefe comunista y volvió a su despacho. Ninguno de los policías recordaba haber visto al vidente polaco.

De esta manera, Messing también se haría muy popular en la URSS, y llegaría a ser el vidente personal de Stalin después de superar una sorprendente prueba: se supone que logró sacar 100.000 rublos del banco estatal utilizando como documento una hoja en blanco como justificante.

El dictador comunista valoraba mucho las habilidades, pero una predicción del polaco le enfurecería. En agosto de 1939, cuando la URSS acababa de firmar el Pacto de no agresión Ribbentrop-Molotov, Stalin preguntó a Messing sobre su alianza con la Alemania nazi. "Veo a tanques soviéticos en Berlín en unos años" le dijo el vidente.

En 1942, el polaco había predicho en un acto en Moscú que la URSS tardaría 3 años más en ganar la guerra contra los nazis. "Creedme, -dijo- en mayo de 1945 celebraremos nuestra gran victoria." Su relación personal con Stalin se enfriaría en los años de la posguerra. Según una leyenda, en una ocasión, el dictador incluso llegó a amenazar de muerte al vidente, que le respondió: "No estoy preocupado, porque usted va a morir antes que yo".


Lápida de Wolf Messing
Wolf Messing murió en noviembre de 1974 en Moscú. Según varios testimonios de la época, a pesar de que fue operado con éxito de una enfermedad arterial femoral, el vidente dijo con tristeza que le quedaban dos días más de vida. Así, sorprendentemente, pese a su supuesta recuperación, Messing moriría justo dos días después de una insuficiencia renal.

En la actualidad hay muchas personas que ponen en duda gran parte de las historias que han forjado la leyenda de Messing. Uno de los principales argumentos de sus detractores es que no se encuentran suficientes pruebas y testigos que confirmen todos los detalles de estas historias. No obstante, sus críticos no niegan sus habilidades especiales, sino que aseguran que éstas son exageradas, y que en algunas de las historias hay varios elementos de ficción.
            

        Como siempre digo, la última palabra la tienen ustedes, investiguen y lleguen a sus propias conclusiones. Persigan la verdad.
       
       Como apunte final, añadiría que el futuro no está escrito, tan sólo existe el que nosotros creamos. Pero si ya está escrito, y se puede saber de antemano, siempre se puede reescribir. Tan sólo hay que ser constante.


 🔮


 AURIFEX

miércoles, 31 de julio de 2019

Muñecos Terroríficos




Hoy hablaremos sobre muñecos, que podríamos decir tenían vida propia o si lo prefieren, estaban de alguna manera poseídos o malditos por alguna entidad o ser.

- El muñeco Robert


El muñeco Robert en el Museo de Key West, Florida.
Para conocer el origen este suceso, tenemos que trasladarnos hasta finales de 1890/ principios de 1900, básicamente en los primeros años del siglo XX.
Nos situaremos en Key West o Cayo Hueso, Florida.
Allí, durante ese tiempo, se trasladaría a vivir la familia Otto.
Su situación económica no era en absoluto mala, tanto era así que para ocuparse de sus muchas tierras y de su casa tenían sirvientes, a los cuales, según las malas lenguas no trataban bien.
En la casa vivían un matrimonio y su hijo; Robert Eugene Otto al que le gustaba que le llamasen “Gene”.

Gene era un chico, si bien porque hacía poco que se había mudado al lugar o porque era su forma de ser, algo bastante retraído, por lo que no solo no salía con frecuencia, sino que tampoco tenía amigos.
Entonces, por azares del destino, un día recibiría un regalo, aunque exactamente no se sabe la procedencia; hay quién dice que fue un regalo de sus familiares, otros en cambio aseguran que fue entregado por uno de los muchos sirvientes del matrimonio antes de dejar de servir en la casa. 
Este regalo no sería ni más ni menos que un muñeco de unos 3 pies de altura, vestido de marinero al que Gene decidiría llamar: Robert.

Gene se pasaba las horas, incluso los días muertos jugando, charlando y compartiendo sus pensamientos e inquietudes con dicho muñeco.
Sin embargo, al poco tiempo de iniciar esta “amistad” entre ambos, empezaron a suceder cosas anómalas en la casa.

Cuando se le empezó a acusar de ciertas cosas o comportamientos a Gene tales como travesuras, hacer ruido cuando no se debía, cambiar cosas de lugar o incluso romperlas; el chico aseguró que él no era el culpable… sino más bien era obra de Robert.

Era común también oír hablar al chico en su habitación, aparentemente solo. Así como ver sus otros juguetes hechos pedazos y de vez en cuando pisadas, murmullos o risas que no se asemejaban a las del joven.

Incluso gente que pasaba por la calle donde estaba situada la casa, aseguraron verle moverse, asomado a la ventana o incorporarse; motivos por los cuales los niños no querían pasar por ese lugar.
Hartos de escuchar la misma explicación siempre proveniente de su hijo, los padres decidieron encerrar a Robert en una caja y subirlo al ático para dejarlo así durante mucho tiempo.
Gene continúo pues su vida normal y se hizo adulto, acabaría ejerciendo como pintor e incluso artista, se casaría y viviría un tiempo en otra casa.

Pero al final, debido a la muerte de su padre, decidiría volver con su esposa a su antigua casa para visitar a su madre. En un principio tan solo estarían unos días haciendo compañía a su desolada madre, pero tiempo después y cuando también falleció su madre decidió que se irían a vivir allí indefinidamente, pues al ser una casa tan grande, prácticamente una mansión tendría espacio más que suficiente para todas sus obras.

Entonces Gene recordó algo… aquél muñeco de cuando era pequeño ¿seguiría en el ático?
Rápidamente, ni corto ni perezoso el ya adulto Robert Eugene Otto subió al ático para su sorpresa descubrir que allí estaba Robert.

Desde este momento, según aseguró su mujer, Gene hacía todo con Robert, le llevaba a cualquier parte a la que él fuese, le tenía presente mientras pintaba sus obras e incluso le tenía una silla reservada exclusivamente en el dormitorio que compartían su esposa y él.
Ella vivía al borde de la locura al ver que todos los días eran igual y que aquél hombre tenía prácticamente más apego por un mundano muñeco que por su propia esposa.
Los años pasaron, su matrimonio se debilitó cada vez más hasta que un día ella falleció por causas aparentemente desconocidas.

Con la muerte de Gene, poco tiempo después de su esposa, en 1974, el muñeco Robert acabaría en el museo East Martello, ubicado también en Key West, Florida.
Lugar en el que aún sigue a día de hoy expuesto tras una vitrina.

Es probablemente una de las posesiones del museo que más visitas e incluso cartas recibe.
Por lo visto hay que pedirle autorización al muñeco para sacarle una foto, ya que si no se hace, muchos aseguran que se acabará maldito o víctima de infortunios, pues muchas de las cartas o escrituras que hay cerca de la vitrina son de gente pidiéndole perdón y contando sus desdichas fruto de no haber pedido autorización. También se dice que podría ocurrir lo mismo si haces bromas de él o te burlas estando cerca de él.

En el museo aseguran que el comportamiento de Robert es prácticamente el que se esperaría de un muñeco, pero también aseguran que de vez en cuando han encontrado cosas relacionadas con él de forma diferente a como se esperaban. Por ejemplo, que se apaguen o enciendan las luces del lugar donde está expuesto de forma aleatoria, que el muñeco cambie de postura de vez en cuando sin que aparentemente nadie le haya tocado, son sobre todo las experiencias a las que no le encuentran sentido o aparente explicación.

Este suceso inspiraría tiempo después a, al menos, dos películas.
La primera sería “Chucky el muñeco diabólico” de 1988 y la otra más moderna, sería “Robert the doll” de 2015.







- La muñeca Annabelle

Este suceso también ocurriría a principios y hasta mediados del siglo XX.
La típica muñeca "Raggedy Ann"
Momento en el cual, la marca de juguetes “Raggedy Ann” tendría un éxito notorio con una serie de cuentos para niños que se comercializaron en torno a 1915, motivo por el que decidieron sacar a la venta las muñecas “Raggedy Ann” creadas junto a la marca del mismo nombre por Johnny Gruelle gozando de un notorio éxito desde 1918 hasta 1970.

Las muñecas en cuestión, tenían un acabado humilde, hechas de trapo con un traje y unos característicos cordones o conjunto de hilos rojos que le servirían como cabello.
Ahora que ya sabemos el origen de esta serie de juguetes entraremos de lleno en el suceso real paranormal que tuvo lugar en EE.UU y del que también fue protagonista el matrimonio de parapsicólogos Warren, de los cuales ya hemos hablado aquí en otras ocasiones.
En 1970, una mujer le regalaría a su hija Donna una de estas muñecas.

Donna era estudiante de enfermería y compartía habitación con otra chica, Angie.
Al principio, cuando ambas chicas empezaron a notar lo que luego descubrirían que serían comportamientos extraños de la muñeca, pensaban que simplemente era la otra queriéndole gastar una broma a su compañera de habitación o incluso algún estudiante ajeno al lugar en donde vivían, aunque no se encontraban indicios de que nadie hubiese entrado en la casa.

Ciertos comportamientos se trataban de la postura de la muñeca, la cual normalmente tenía que estar sentada en la cama donde en un primer momento se le dejó, cambiaba de posición las piernas o los brazos para después sorprender a las jóvenes con notas que decían, en inglés cosas como: “¿Me echaste de menos?”, “Ayúdanos” o “Salva a Lou”. Cabe destacar que el novio de Donna se llamaba Lou precisamente por lo que todavía es más tenebroso el suceso, pero esto también servía para que Donna pensase que era todo obra de Angie.

Los sucesos extraños no ocurrían solo en la habitación, pues por las habitaciones de alrededor también se podía encontrar a la muñeca, o incluso se decía que desaparecían cosas o cambiaban de lugar.

Que las dos chicas encontraran una sustancia roja en una de las manos de la muñeca fue el detonante para que decidieran llamar a una médium, ya no por la susodicha muñeca en cuestión, sino más bien por saber qué estaba ocurriendo en esa casa.

Para su sorpresa, la médium les comunicó que dentro de la muñeca se hallaba el espíritu de una niña llamada “Annabelle Higgins”, la cual habría vivido antes allí, en el mismo lugar en el que estaban Donna y Angie pero antes de que fuese construido el piso y que habría muerto a la edad de siete años.
También según la médium, Annabelle les pidió que por favor le dejasen vivir allí y le tratasen como una más, para poder de algún modo, sentirse querida y en compañía.

Poco tiempo después, Lou, el que recordemos era la pareja de Donna, pasó una noche allí, y soñaría que esa misma muñeca le estrangulaba, en medio de tal sueño se despertó para encontrarse con Annabelle a los pies de su cama. Al examinar su cuello se daría cuenta de que tenía ligeras heridas superficiales.

No fue hasta que transcurridos unos días de sucesos extraños, a los cuales las dos jóvenes se habían, de alguna manera, acostumbrado decidieron contactar con la iglesia, pues Lou nuevamente habría sido protagonista de la peor parte.
El chico sentía una presencia extraña siempre alrededor de él cuando visitaba la casa, y más en concreto proveniente de la muñeca, hasta que en un momento sentiría un dolor y quemazón profundo en el pecho, al examinárselo descubriría que lo tenía lleno de arañazos… los cuales parecían haber salido de la nada.

Como hemos comentado, ante tal desesperante situación, Donna se pondría en contacto con la iglesia, para al hablar con un sacerdote, este recomendarles al matrimonio Warren.
Lorraine y Ed Warren se presentarían en la casa después de haberse informado en torno al caso y haber hablado con Donna, Angie y Lou.

El matrimonio de parapsicólogos llegaría a una escalofriante deducción; la muñeca no estaba poseída por el espíritu de una niña con una muerte trágica, por el contrario la muñeca tendría que estar siendo manipulada por una presencia inhumana maligna, una entidad o un ser con malas y oscuras intenciones, pues lo que realmente estaba esperando era poder poseer a un ser humano.
Por lo tanto, después de hacer una limpieza en la casa, los Warren decidieron llevarse a la muñeca con ellos. Coincidencia o no, el sacerdote que les estuvo acompañando durante la sesión de limpieza y que habría ayudado a mantener a esta entidad a raya, acabaría muriendo en la autopista ese mismo día de camino a su casa.

Annabelle en el museo de los Warren
Annabelle acabaría en el museo de los Warren, dentro de una especie de caseta-vitrina que construyeron ellos mismos y con un cartel que dice expresamente: “Aviso: No abrir”
Para concluir, los Warren contaron otra anécdota relacionada con la muñeca después de ya ser encerrada.

Durante una de las visitas, una pareja estuvo viendo la caja de Annabelle. El chico, que se mantenía escéptico a creerse la historia, empezó a burlarse y de alguna manera provocar a la muñeca para acabar zarandeando la caja donde se encontraba la muñeca.
Luego se descubrió que la pareja habría tenido un accidente automovilístico, en el cual él habría muerto y ella tuvo que estar en rehabilitación durante un año.

Según contó, en el preciso momento que ocurrió dicho accidente se encontraban rememorando las burlas y hablando sobre Annabelle.
Comparativa:
Izquierda - Annabelle de la película
Derecha - Annabelle original

La historia de esta muñeca también ha sido llevada a la gran pantalla en las películas “Annabelle” y “Annabelle Creation”








Escrito por: Fran "Dela"